“Resilience”, título muy adecuado para una banda de nuestro rollo en los tiempos que corren, es el último trabajo de los valencianos KELDARK. Con una más que respetable trayectoria en la escena musical valenciana y nacional en general, optan esta vez por un corta duración, a modo de botón de muestra con el que refrescar material para puentear hasta el siguiente trabajo, y seguir ofertando shows en vivo; algo muy habitual últimamente entre las bandas, quienes actualmente se nutren básicamente del directo.
Y si hablamos de show, esta es precisamente la idea de KELDARK: Elaborar un concepto de espectáculo conceptual. Es lo que se deduce del hecho de que todos los componentes tengan su correspondiente avatar o nombre artístico. Lo que vaticina una puesta escena de todo, menos aburrida. El hecho de que tres de ellos, salvando el batería, sean hermanos, podría explicar lo empastados que están como banda. Dejando a un lado la sesión de psicoanálisis, que intuyo sería mucho más larga, pasamos al análisis en sí, el del disco.
Lo que viene a continuación (siempre lo digo), no pasa de una mera opinión personal, como cualquier crítica. Yo voy a decir lo que a mí particularmente me sucedió con este EP, de los que yo llamo de “efecto diesel”: los temas no engancharon al principio, pero se me hicieron adictivos con el transcurso de varias escuchas. Al final, no te los sacas de la cabeza. Suele suceder con la música que reúne dos carácterísticas: Un sesgo compositivo muy personal y carente de todo ánimo comercial; y una vasta y heterogénea cultura musical de sus creadores a nivel de estilo y tendencias.
En efecto, probablemente pase por ser el disco más indefinible de todos los nacionales que he escuchado durante el año anterior y lo que va de éste (junto con algún otro que he reseñado). Y eso, desde mi punto de vista, es muy positivo. Me chirrían los grupos que “suenan a…”. No es el caso. En “Resilience” se conjuga tal cantidad de estilos, que es imposible colocar una etiqueta. Desde Heavy Metal y Rock Clásico americano, hasta Progresivo pasando por Metalcore, todas las variedades posibles de Rock y no Rock se concentran en estos cinco temas, y cada nota te trae un aire diferente. Lo que sí se trasluce es una vocación por las corrientes más clásicas del Rock, cocinada a fuego lento de años y años, tamizada por géneros más actuales.
Posiblemente, esta gente lleve la música tan en las venas, tan interiorizada, que todo lo escuchado y aprehendido se vuelca con total naturalidad en su propia creación, y además esa impronta les impide hacer canciones, digamos “más comerciales”: les sale lo que personalmente les sale, porque no se acercaron a la música, sino que ésta les “atrapó” a ellos. Por tanto, la composición, como si de una corriente de agua se tratara, encuentra su propio camino de forma natural, -sin complejos, sin ideas preconcebidas-; y no pueden zafarse de sus dictados, ni cambiar su curso. El resultado es un disco que te sacará de tu “zona cómoda” y obligará a tu mente a indagar terrenos desconocidos.
Pasando a la parte más técnica por así decirlo, la limpidez y claridad del sonido del EP denotan lo cuidado del proceso de grabación y producción. No me voy a extender en el virtuosismo individual de los músicos, el cual es evidente a la primera escucha: Son músicos de calidad, de disciplina y de “escuela”. Quizá incidir en el peculiar color de voz de Paul, y sobre todo en lo compactos que están como banda, como dije al principio. Incluido “Monster Beat”, su batería, quien en este aspecto se ha mimetizado con el resto del grupo, cumpliendo a la perfección su papel de empastar y sellar el sonido de la banda. No es fácil encontrar a un componente nuevo, (más en construcciones sonoras tan poco lineales, tan impredecibles), pero supongo que debe suponer una satisfacción cuando el “casting” sale bien.
Abren con Dream in Wood, uno de los temas más “metaleros” en todo el EP, con ese arranque de infarto seguido por cambios de ritmo y melodía, salpimentado por un estribillo que se va intercalando con una estructura similar a la del canon, concepto al cual se acercan no sé si ex profeso, o porque les sale así. (El canon es una construcción musical que se repite con superposición de melodías, y no sé si conscientemente o no, toman ésta y otras improntas de la música clásica, en este caso no por el aspecto de la polifonía ya que sólo hay una voz, pero sí por la repetición melódica a lo largo del tema. Es uno de los motivos por los que me he aventurado a afirmar, y creo que me equivoco poco, que esta gente es y ha sido melómana desde la cuna).
Al solo de guitarra le sigue una parte instrumental que combina riffs y rasgados rítmicos de guitarra, y a lo largo de todo el tema la batería cumple un papel esencial en la definción de la canción, puntuando y acentuando limpiamente las secciones de la canción por medio de acelerones y frenazos de velocidad. Para mí es uno de los temas fetiches en el EP y quizá por ello me he recreado en desgranarlo, posiblemente con alguna que otra divagación (léase ida de pinza). No lo puedes evitar ante algo bueno, si es que reseñas por vocación, la misma por la música que se adivina tras este disco.
Para la gente, el tema fetiche, y que perfectamente vale como single es el siguiente, Keldark, no solo por ser homónimo con el nombre del grupo, sino por su naturaleza de himno. Pegadizo y vitalista, supone toda una declaración de principios llamada a ser coreada enfervorizadamente en conciertos.
En el ecuador del EP nos regalan una versión acústica del Lust in Love, muy propicia a ser convertida en este formato dadas sus peculiaridades melódicas. Siempre es un regalo para los oyentes aportar distintas versiones de un tema, y puede servir para rebajar la bulla que a buen seguro montan, es decir, como descanso (tiendo a pensar en el directo, y de hecho espero ver pronto uno de KELDARK).
Penúltimo tema y balada de rigor, la siguiente, Winnology, aunque como todo en este disco, se sale de los parámetros de la típica balada para ofrecernos un formato melódico maduro, innovador y atrayente. Un tema que me transmite libertad, melancolía pero a pantallazos, -como retazos de tristeza dejada atrás-, y en general profundo sentimiento. Es el ejemplo más prototípico de lo que comenté al principio, tema que me fue calando de menos a más y ahora es absolutamente hipnótico para mí. Mi favorita del EP en el segmento de “lentas”.
Y cierra el EP con Lust in Love, en versión original (no acústica), cerrando el círculo en lo que a temas más cañeros se refiere. Algunas de las notas características de este tema serían la densidad de la guitarra o la ralentización del tempo en la canción. Pero por encima de todas ellas, a mi humilde criterio destaco en este tema el juego vocal con que Crazy Paul se luce especialmente, desplegando todo un rango de graves a agudos, de auténtica locura.
En definitiva, un EP que denota un respeto reverencial por la música, apto para un rango muy amplio de gustos y público. Un disco orientado a remover conciencias, tanto por forma como por fondo. Y una banda que supone un valor en el presente y sobre todo, apuesta y promesa para el futuro.
Componentes
- Crazy Paul: Vocalista
- Andy Ziz: Guitarrista y coros
- Hulk: Bajista y coros
- Monster Beat: Batería
Track List
- Dream in Wood
- Keldark
- Lust in Love (acoustic)
- Winnology
- Lust in Love