Llevo un año de emociones fuertes en lo que vivencia de la música en directo se refiere. Quien me conozca ya sabe de sobra que lloro en los conciertos. Pero no con un llanto cinematográfico, ese llanto amable con lágrima resbalando parsimoniosa por el rostro mientras suena una dramática melodía de fondo. No. El mío tiene de todo menos elegancia. Lo reconozco. Es ostentoso y sobresalta a quien lo ve por primera vez. Sólo es emoción ante la belleza y el significado profundo del arte. Pero sí, admito que, si no me conoces, acojona. Y sí, me volvió a pasar en este concierto. Por suerte, tenía a mi lado a personas que entienden a ALQUIMIA como yo la entiendo, que la viven como yo y que supieron reconducir ese torrente emocional. Sospecho que ésta va a ser otra de esas crónicas que (para bien o para mal) escapan de lo que es una crónica al uso. Porque es demasiado personal lo que rememoro de ella. Asumo el riesgo.Y aquí va.
Se abre la noche con un grupo muy querido aquí en Murcia y que se ha ganado a pulso el derecho a ser una de las bandas cuyo nombre suena más a nivel nacional, así como en Sudamérica. Nuestros ÁNIMA SACRA. Gente profesional que se toma muy en serio lo que hace, y con unas composiciones más que solventes que ya forman parte de nuestro inconsciente colectivo. Son las diez y media de la noche y ya hay gente haciendo guardia en las primeras filas, para ser los primeros en ver de cerca a sus artistas, fenómeno que hacía años que no veía, clásica costumbre que creía olvidada. No es así, por suerte. Con puntualidad inglesa se apagan las luces y comienza la intro de ÁNIMA SACRA, Batallón. ÁNIMA SACRA se caracterizan por su temática épico histórica y por su estilo Power Metal clásico, llevado a terreno propio con habilidad.
Comienzan con Huellas de Adán y consiguen caldear el ambiente, tanto de los incondicionales de la banda, como del resto de público que empieza a gotear por la sala. No voy a repetir mi cabreo de siempre por la gente que llegó justo a ver “a los de después” (¡Ups! Acabo de hacerlo. ¡Qué torpe soy!). El caso es que quienes estuvimos, lo disfrutamos. Seguidamente, llega el momento del agradecimiento por parte de la banda a los ALQUIMIA por contar con ellos, un agradecimiento sentido, sincero y necesario. Ya que de todos es conocida la querencia de éstos por contar con la compañía de otras bandas en sus giras, si puede ser locales de la zona.
Continúan adelantando el segundo single de su siguiente álbum, Invencible, que ya nos resulta familiar, y de hecho es muy normal ver, en los conciertos de ÁNIMA SACRA, a la gente coreando sus canciones. El sonido, como siempre, es compacto, trabajado y potente. Porque a estas alturas, sabemos perfectamente, por un directo, cuándo una banda se trabaja los ensayos. Y en los de esta banda se traslucen muchas horas de duros ensayos.
Siguen con Vuelta Atrás, y sinceramente, en ocasiones digo obviedades. Pero es una crónica, y escribo lo que veo. Está siendo un directo impresionante, colocando el cantante los agudos con una maestría que, no por repetidas veces vista, nos anestesia del asombro. Pasado el ecuador del concierto siguen con Carthago Nova, ese temazo que tanta repercusión tuvo, -merecidamente-, y que les reportó numerosas satisfacciones, y de hecho la gente se lo conoce bien, ya que lo cantan y lo corean, y sirve para elevar la temperatura ambiente.
Aprovechando la coyuntura, de que la gente está en una nivel alto de animación, el vocalista pide la participación del público para el siguiente tema, Guerra, toda vez que va llegando el momento de que la gente se venga arriba y agudizar la intensidad del momento. Es justicia decir, en este punto, porque es lo que pensé en ese momento, que los ÁNIMA SACRA están mejor de concierto en concierto. Su evolución va en progresión geométrica, siempre desde la humildad, el trabajo y el buen hacer.
Pero los ánimos se terminan de poner a punto con la conocida y ya clásica El Mito de la Caverna, una de las que a mi parecer más ponen de manifiesto lo empastada que está la banda musicalmente, la complicidad que tienen y no sólo eso; también es de destacar su trabajada puesta en escena, su sentido del espectáculo sin perder en ningún momento la conexión por el público.
Siguen con otro de los temas más coreados y conocidos, la pegadiza y a la vez, de narración histórica, Código de Hammurabi, y personalmente podría jurar que han endurecido el sonido y a la vez, lo han pulido. Son una serie de factores, los cuáles he ido desgranando a lo largo de esta crónica, los que hacen que, en líneas generales, consigan un muy eficiente feedback con el público, a quien meten plenamente en el concierto.
Y terminan con el exitoso El Quinto Sol, un tema sobre el homónimo mito mesoamericano, y que tan excelente acogida tuvo en el mundo latino y sobre todo, mexicano, por razones obvias. No podían por menos que cerrar con una de sus joyas, la cual paseó el nombre de la banda por todo el mundo, y que deja el concierto en todo lo alto.
Se percibe la satisfacción de la banda y la sincronía con el público. No consigo hacerles una foto serios o sin hacer el mono ante la cámara. Acaba el concierto en todo lo alto y la batería a tope, juegos de luces y el público enfervorizado, como corresponde a un buen show de Heavy Metal. ÁNIMA SACRA consiguen, por méritos propios, fidelizar al público concierto tras concierto, single tras single. Y sin duda alguna han sido unos dignísimos teloneros en el día de hoy.
Componentes:
- Ignacio G. Manotas – vocalista
- Pepe Martínez -guitarrista
- José Manuel Belmonte – guitarrista
- Fran Alcaraz – bajista
- Aníbal – batería
Set – list:
- Batallón (intro)
- Huellas de Adán
- Invencible
- Vuelta Atrás
- Carthago Nova
- Guerra
- El Mito de la Caverna
- Código de Hammurabi
- El Quinto Sol
Galería fotográfica de ÁNIMA SACRA:
Se apagan las luces, y da comienzo ese fascinante ritual que es el cambio de escenario, ese lapsus temporal que tensa los ánimos durante la dulce angustia de la espera. La sala está llena, bien es cierto que podría estarlo más. Pero se percibe buen ambiente. Aunque el ansia generalizada se puede cortar con un cuchillo. Tras unos instantes, que a nosostros se nos hacen eternos, en que llegamos a impacientarnos como críos chicos, se abre el telón, e irrumpe la intro de ALQUIMIA: Espiritual. Homónima de su último álbum, el que vienen a presentar, “Espiritual”. Y que no podría llevar mejor nombre.
Cuando le decíamos al Señor Rionda que entendíamos perfectamente su mensaje, lo que había intentado transmitir, sonreía entre timidez y complicidad. “Espiritual” es un viaje interior, una llamada a elevar el nivel vibracional del espíritu, cargado de profundos mensajes destinados a pulir el alma. A mi humilde criterio personal, supera al primero, en originalidad, elaboración y belleza. “Espiritual” es un globo sonda de salvación para el mundo. Un mensaje astral que sólo podía venir canalizado por un ser de la pasta de Alberto Rionda. Alguien que está en un nivel muy diferente del de la medianía, alguien de quien intuyes que ve, oye y siente cosas muy fuera del alcance de la mayoría. Alguien que atesora una riqueza de épocas y multiversos, de tiempos y espacios en su interior. Sólo hay otro músico en España con el que he utilizado la expresión “Ser de Luz”. Son joyas raras y no se puede devaluar las palabras. Pero Rionda, sin duda alguna, es un “Ser de luz”. Si tus creencias son más aferradas a lo material, más racionalistas, dejémoslo en que es una persona que transmite paz y que construye, que hace de éste un lugar un poco mejor para vivir.
Con la sala en pleno entusiasmo, y con una impresionante potencia que te retumba en el pecho como golpes de tambor, invade la estancia Caballero Blanco, como primer botón de presentación de “Espiritual”. De ahí, y por crónicas anteriores, ya sabemos que va a ser un concierto generoso en tiempo. Pero no sólo en eso. ALQUIMIA vienen dispuestos a no dejarse nada en el tintero, a no reservarse ni un ápice, a darlo todo. Su entrega es del cien por cien. No hay ni un solo instante en que dejen de interactuar con el público, todos y cada uno de ellos: Isra Ramos, Chez García, Rubén Lanuza, Leo Duarte y Alberto Rionda, están permanentemente orientados hacia el público, hacia la gente, salvando distancias, desgajando la aparente separación público-escenario, hasta hacerla inexistente. En este momento confirmo mentalmente que, actualmente, es mi banda de Power Metal nacional favorita, tanto a nivel musical, como de directo. Sin opción a discusión. Y ello porque considero que es mucho más que una banda de Power Metal en sí (e intentaré no ponerme demasiado intensa explicando por qué, no sé si lo conseguiré).
Siguen rescatando un tema, Dama Oscura, perteneciente a su primer álbum, “Alquimia”, a mi modo de ver antecesor o premonitorio del que sería el actual, en cuanto a espíritu o significado profundo se refiere. Al avance espiritual le precede la Alquimia, el transformar materiales vulgares en oro, el destilar el lado oscuro del ser humano, en la propia estrella. Una vez que tu estrella se enciende, puede elevarse y brillar. Y aquí viene Espiritual. Es una interpretación, muy particular si se quiere, pero es la mía. Rionda hace alquimia con el interior de las personas. Opino que no podría haber nombrado a su banda más acertadamente.
A lo largo de la ejecución de los temas derrochan simpatía a raudales, lanzan guiños a la cámara, sonrisas, dan la mano, y un largo etécetera de gestos de cariño y buen rollo de los que se nota que no son impostados, que no son pose. ALQUIMIA tiene tablas, manejan la escena; y además se les percibe disfrutando, pasándolo bien, y contagiando todo ese positivismo a la gente, la que a su vez se lo devuelve creando una corriente birideccional de buen ambiente, que se va haciendo más y más enérgica minuto a minuto hasta que acaba siendo un torrente de pasiones y sentimientos incontenibles.
La arrolladora potencia que desarrollan musicalmente, el virtuosismo preciosista de que hacen alarde, te terminan de meter de lleno en el concierto. Rionda se luce con sus riffs de auténtica locura unas veces, precisos otras, intimistas o expansivos según corresponda, manejando las seis cuerdas con un rigor y soltura que lo hacen acreedor del título de uno de los mejores guitarristas de este país. No sólo atesora técnica. También además sabe leer o asimilar lo que la guitarra debe transmitir, y lo que es más importante si cabe: sabe transmitirlo.
Sigue el viaje con el repaso a su anterior “Alquimia” a través de Divina Providencia, la sala se ha llenado y el calor humano hacia la banda es patente. No cesan los aplausos ni las muestras de cariño hacia los músicos. Alberto Rionda se mete al público en el bolsillo con un riff, con una mirada. Pero además, se ha sabido rodear bien: De músicos talentosos en lo profesional e impecables en la ejecución. Pero que además entienden y viven a ALQUIMIA como él. Ningún músico es nadie sin sus seguidores. Tampoco sin su banda. Y todo músico que se precie y quiera ser digno de llevar tal título, lo sabe (o debería). Rionda se percibe como un líder natural, de los que saben atraer, seducir y llevar a su equipo por el camino correcto. Pero es que, como digo, el plantel que le rodea no le va a la zaga.
Vuelta a “Espiritual” con la impactante Sol Negro, una de las que mejor acogida ha tenido, y también de mis favoritas del disco. La comunión colectiva que se vive va siendo más profunda por momentos, más apasionada. Y me sirve de pretexto para algo que siempre me gusta hacer, y es hablar de los músicos individualmente. Mucho se ha dicho y muy diverso de Isra Ramos, y tenía que verlo para formarme una opinión. Isra es un frontman perfecto para ALQUIMIA. Su puesto es merecido y cumple más que dignamente con su cometido.
La concurrencia ya está metida en cuerpo y alma en el concierto cuando suena Vulnerable de “Espiritual”, saltando, coreando…En fin, vivenciando un alarde de música y arte que está siendo único y especial. Isra Ramos: nunca lo había visto en directo, y como he adelantado, considero que es uno de los frontman y cantantes más solventes del panorama nacional, y que se mimetiza cómodamente con el espíritu ALQUIMIA. Salta, se mueve, sonríe, contacta, conecta y transmite toda esa buena vibra que es, a la postre, la línea editorial o sentido profundo de la banda. A estas alturas de la película, el más tonto hace cohetes. Sabemos cuándo un cantante despliega un conjunto de gestos y poses cuidadosamente estudiados para vender una imagen, a modo de guión minuciosamente aprendido. No es el caso. La naturalidad, la alegría y la entrega de Isra traspasan el escenario con una facilidad pasmosa, y su sincronía con el resto de la banda es más que evidente. Disfruta con lo que hace, y se nota. A nivel técnico, no hay ninguna tacha que apuntalar a su resgistro, cadencia, tono y potencia, en una tesitura más que complicada como lo es la música de ALQUIMIA.
Leo Duarte es de esos bateras que son como el buen maquillaje: decoran y unifican, sin ostentaciones, si pisar al resto de la banda. Acompaña a todos y cada unos de los compañeros sin eclipsarles, con una concetración y sabiduría que valoramos las personas que somos amantes de la batería: dotando en cada instante al tema de lo que requiere, nota por nota. Leo es un tío que sella el sonido de la banda con precisión matemática, y que, al tiempo, sabe alimentar el barroquismo refinado y la épica preciosista de las canciones. Combina técnica, potencia y elegancia dotando de la raigambre necesaria al conjunto para que suene armónico.
Por avatares del destino me tocó cerca de Rubén Lanuza, y si algo hay que destacar de él aparte de su saber hacer al bajo, es su carisma y simpatía desbordantes. Cada vez valoro más la parte más personal de los músicos. Todos los que militen en las filas de ALQUIMIA no van a ser menos que excelentes. Pero cuando además, ves a un tipo de una simpatía tal, para quien el concierto es una fiesta, no puedes por menos que agradecerlo, ya que esos son los shows que te inyectan alegría de vivir en vena. No deja de saltar, de bailar y es bastante difícil hacerle una foto que no salga movida. Absolutamente imposible pillarle un momento sin sonreír.
Y acabo el paréntesis hablando de Chez García. Profeso una debilidad sin fisuras por el piano y el teclado, que llega al extremo de la obsesión. Y en este sentido, he de confesar que en el fondo de mi corazoncito, me chirría cuando hay bandas que llevan sonidos sampleados y pregrabados para completar la ejecución de sus temas en el directo. Especialmente cuando esos sonidos pregrabados son parte protagonista de las canciones y no mero acompañamiento. Reconozco que es muy difícil encontrar a un buen teclista y mantenerlo. Por eso valoro cuando una banda lo lleva, y es de la altura de Chez. Por mi sempiterna timidez no sé si logré comunicarle bien lo que me había transmitido e impresionado, y no creo que lo consiga ahora, no lo suficiente. Sus dedos tejen el traje de las canciones de ALQUIMIA. Sus manos hacen “alquimia” directamente. Su papel da sentido a toda la banda en el directo, y no la concebiría sin él (sería otra cosa, pero para mí no la misma). Sus notas dibujan el color, el paisaje, la esencia misma de la belleza de las canciones. Su maestría técnica sólo puede ser explicada partiendo de años y años de estudio y práctica incansable, como así me corrobora él mismo después. Se concentra, trabaja duro para no fallar ni en media nota discordante. Además, hace alarde de una simpatía y amabilidad en sintonía con la del resto de la banda. Imponente Chez, no me llegan las palabras.
El concierto avanza al que sin lugar a dudas es uno de los momentos de la noche, la balada de belleza insuperable Claro de Luna, correspondiente a su anterior “Alquimia”. Uno de los temas con los que crean una vehemente “tensión escénica”, sostenida en constante idilio hasta el final del concierto. Tema que encuentra una gran acogida entre el público, no sin razón, ya que te parte en dos. Desconfío de las inspiraciones en música clásica, pero probablemente sea la adaptación más respetable que conozco del clásico Claro de Luna de BEETHOVEN. Llevada al terreno propio con la delicadeza de que sólo hacen alarde los maestros, en una transición imperceptible, el resultado es simplemente precioso. Me vuelva a reiterar en que Isra canta perfecto, no se le puede poner ningún pero a este respecto. Además, es inusitado lo que transmite, si no fuera porque lo estamos viendo.
Sin descanso, y volviendo a “Espiritual”, pasamos a La Flor en el Hielo, donde y como a lo largo de la noche, el Señor Rionda se luce con sus riffs, filigranas y solos únicos, con los que va envolviendo a las almas que allí se congregan, obrando la magia del directo gota a gota, logrando como resultado una incondicional entrega a la causa, un ensueño que no se apaga ni por un solo instante.
Y no podía faltar, en este punto de no retorno, la ya clásica Xana, una de las piezas más caras y valiosas de la herencia de AVALANCH, que comienza con un público totalmente volcado, coreándola a capella por invitación de la banda. Mucho se ha dicho de las eternas comparativas, para mí baldías, pero nuevamente debo romper una lanza en favor de Isra, quien le da un color muy bonito a la canción.
Avanzan posteriormente un poco más en el tiempo, hasta ese primer “Alquimia” con Aliento, y voy siguiendo mis notas, un poco anárquicamente, para reseñar el papel del bajista, Rubén, quien en todo momento no cesa de saltar y moverse, y al mismo tiempo rubrica el sonido y marca el ritmo de forma impecable. Tanto él, como el maestro Rionda y todos los demás, tienen la sonrisa permanente. Se mueven, se implican y buscan el contacto con la gente.
Continúan con la inolvidable Delirios de Grandeza, que abre sutilmente con un soberbio solo de teclado en comunión con la guitarra y rompe en doble bombo de batería. Enlazando con Santa Bárbara, donde nos regalan una hechizante aparición en solitario sobre las tablas del señor Rionda, mecido suavemente por las virtuosas manos de Chez García al teclado, quien, como digo, sabe imprimir el matiz adecuado a cada susurro, llanto o grito de la canción. Aquí se marca el maestro Rionda un solo de guitarra que me encoge el corazón en un puño, que eleva la fruición escénica general, y que me hace pensar en él como uno de los mejores guitarristas que he visto. Todos recordamos estos dos temas del clásico “El Ángel Caído”, que muchos escuchamos hasta la saciedad. Particularmente, esta ejecución de los mismos me deja emocionada y ojiplática, y me lleva a elevados niveles de deleite.
Y cierran antes de los bises con El Ocaso de los Dioses, tema que sirve de ecuador a su último “Espiritual”, y esta humilde escribiente derrotada y sin fuerzas para tomar notas, sustentada y animada por amigos, colegas y compañeros, así como por desconocidos, que estaban viviendo lo que yo con la misma carga de apasionamiento. Pero lo más fuerte aún estaba por llegar, al menos para mí.
Se apagan las luces, y de nuevo la espera hasta los anunciados bises nos va tensando las entrañas, hasta que se encienden los focos y salen a escena Alberto Rionda con guitarra acústica, e Israel Ramos, para interpretar otros dos clásicos de AVALANCH: El Príncipe Feliz y Cambaral. Cortes imantados del encanto del acústico, en que hay que destacar la enorme complicidad que se percibe entre ambos. Y a nivel personal, fue el momento en que mis emociones se desbordaron y rompí a llorar. Llevaba tiempo intentando retenerlas, pero hubo un punto en que me resultó imposible.
Con este dibujo de exaltación colectiva reaparece la banda al completo para tocar Sacrificio, del anterior disco “Alquimia”; y volver sobre los pasos para sellar estas épicas horas gracias a la archiconocida Torquemada (de AVALANCH, huelga decirlo). La sala se viene abajo de enardecimiento y pasión general cuando se cierra el concierto con la que ya es un himno de la banda, toda una declaración de intenciones y síntesis del mensaje que me transmitió este “Espiritual Tour”: Almas Unidas, que cierra con broche de oro su grandioso disco, “Espiritual”, el cual con tanto señorío nos presentaron, en un concierto por el que se me eriza el vello mientras escribo estas palabras.
Este concierto, este “Espiritual Tour”, para mí supuso un quebranto emocional, una catarsis, un salto espiritual. Entendí, y me llegó de pleno, el mensaje de “Espiritual”. Mas su puesta en directo pulsó teclas en mi interior de un piano que creía desafinado, desgastado y muerto, pero que estaba listo para volver a desprender armoniosas melodías. Lo que la banda en general, y Rionda en particular, transmiten en un directo, es bello y auténtico. Es energía positiva en estado puro, que te limpia interiormente y te lleva en volandas a un estadio superior de conciencia. No lo puedo explicar bien con palabras, y no sé tampoco si querría, pero para mí fue una vivencia mística en su manera más mundana, de las que te salen al paso sin avisar. Sin templos ni ritos: “Espiritual”. Mi timidez y emoción me impidieron transmitírselo a Alberto Rionda con palabras, pero juraría por el brillo de sus ojos, que desde el fondo de su propia timidez, él estaba entendiendo lo que me pasaba. A nivel estrictamente de sensibilidad y nivel musical, es una de las bandas élite del Power Metal nacional. Y su “Espiritual Tour”, quizá no de la misma manera que la mía, -porque no vinimos aquí a ser todos iguales-, pero no te dejará indiferente. Sin duda alguna un antes, y un después en el curso de la vida. Hasta siempre ALQUIMIA.
Componentes:
- Isra Ramos – vocalista
- Alberto Rionda -guitarrista
- Leo Duarte – batería
- Rubén Lanuza – bajista
- Chez García – teclista
Set – list:
- Espiritual
- Caballero Blanco
- Dama Oscura
- Divina Providencia
- Sol Negro
- Vulnerable
- Claro de Luna
- La Flor en el Hielo
- Xana
- Aliento
- Delirios de Grandeza
- Santa Bárbara
- El Ocaso de los Dioses
- El Príncipe Feliz-Cambaral
- Sacrificio
- Torquemada
- Almas Unidas
Galería fotográfica de ALQUIMIA:
No se puede definir mejor todas esas buenas sensaciones que afloran con este magnifico grupo, escuchándolos y viéndolos. Me siento identificado con tus palabras, después de haberlos visto varias veces, ya que crean adicción de la buena……
Muchas gracias, me alegra saber que más gente lo siente como yo, un abrazo