Si hay un festi que sigo desde sus inicios, ese es el Leyendas del Rock. No puedo presumir de retrotraerme al Mazarock, como alguno de mis amigos (Alberto Martinez Marin); ni en sus comienzos podía ir a todas las ediciones, por circunstancias que no vienen al caso. Pero ahora no me pierdo ninguno. El por qué no lo sé, algo me llama: una magia que este año se ha cumplido a rajatabla, llevándome a las personas, situaciones y circunstancias correctas en cada momento, como un guión orquestado por una mano invisible.El Leyendas para mí es vida, recarga de batería para el resto del año. A medida que se ha ido consolidando, también es referencia y punto de encuentro y compadreo entre amigos/as y hermanos/as del Metal. Posiblemente ahí radique su belleza.

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